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Bienvenido/a,

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Es difícil no haber sentido nunca ansiedad, un estado de ánimo bajo o irritable, o tener ciertas dificultades en las relaciones con algunos familiares, amigos, jefes, compañeros o parejas. El ámbito familiar y amoroso deja nuestras partes más vulnerables al descubierto con mucha facilidad.

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En algunas ocasiones, dichos problemas causan un sufrimiento que es difícil de manejar y amenaza nuestra salud, nuestro trabajo o nuestras relaciones. Pedir ayuda es una respuesta natural y muy saludable. Aunque normalmente podemos decidir si cuidar o no de nuestra salud, dejar de sufrir no es cuestión de voluntad.

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Está muy extendida la creencia de que uno, si quiere, puede salir adelante. Esto es una forma de negar el dolor y una herramienta peligrosa que puede hacer sentir culpable y avergonzado a quien sufre y no consigue aliviar su malestar. Todos sufrimos en algún momento y es importante concedernos el derecho a estar mal. 

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Este es un espacio a construir entre dos personas, donde poder dar cabida al dolor, a las emociones que algunos consideran negativas -y normalmente cumplen una función protectora-, y poder, entre los dos, crear un lugar seguro donde reconocerse y reparar aquellas heridas que quedaron sin cerrar o que acaban de abrirse.

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